Las expectativas en la literatura

Siguiendo el post "De bloqueos literarios y gente que inspira" y a raíz de leer un artículo de Antonia Romero que ha sido como leerme el pensamiento, hoy vengo a hablaros de las expectativas en la literatura.

Ya que está tan bien descrito, no me voy a repetir, por lo que os aconsejo que leáis primero el artículo de Antonia para que entendáis de qué va el tema:



Si pienso en cuándo empecé a escribir... creo que lo he hecho desde que tengo uso de razón, porque no recuerdo ninguna etapa de mi vida en la que no estuviera con un cuaderno, un lápiz y una caja de colores bajo el brazo; sin embargo, no fue hasta hace relativamente poco que me propuse serlo como profesión. Tenía en mi cajón cientos de mini historias escritas en servilletas de bar, en libretitas y hasta entre los apuntes de clase y un prototipo de novela a la que le hacía falta una buena corrección. Pero quería algo más. Quería que fuera el mil por cierto de lo que podía dar de mí, por lo que todos los proyectos que empezaba me parecían banales, quería ser tan perfeccionista que rara vez pasaba del primer capítulo. Estaba poniendo demasiadas expectativas.

Desde aquél momento, la magia de escribir en cualquier momento y bajo cualquier circunstancia se esfumó. Ya todo estaba mirado con lupa por si se trataba de: "La obra". Ya no escribía por gusto o porque no necesitara, ahora era un trabajo. Y, como todos los trabajos, al final, te hastían.


Tal como dice Antonia Romero: "Las expectativas son las que generan  frustración". Y ese es el primer paso para cargarte una afición. Y no es sólo exclusivo de la literatura, sino que se aplica casi a cualquier otro campo.


¿Y vosotros? ¿Tenéis expectativas muy altas o más bien bajas en vuestros proyectos?


Nosotros nos leemos en el próximo post.

1 comentario:

  1. Coincido con que las expectativas demasiado altas conllevan a la frustración, pues no siempre se cumplen. Pero, ¿acaso puede evitarse? Es decir, tal como menciona Antonia Romero en su artículo: "Nadie compra lotería sin un mínimo de esperanza".
    Como en todo, imagino, que la virtud está en el término medio. Si lo consigues... ¡Ya me contarás el secreto!
    Un saludo.

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